Froilán de Marichalar, el niño malcriado que podría ser rey

20/06/2015 - 12:00 am

Con sus insultos racistas o cuando su padre, Jaime de Marichalar, tiene que salir a desmentir públicamente que su hijo milita en la organización izquierdista Podemos (lo que en la Casa Real de España sería visto como un auténtico crimen), Froilán de Todos los Santos, el primogénito de la Infanta Elena, hace las delicias de la prensa rosa de su país.

Es el quinto en la línea sucesoria y casi todo lo hace mal: tiene las peores notas en el colegio, trabajó sin consentimiento y sin tener la edad para ello como publirrelacionista de una discoteca y a los paparazzi que lo persiguen les ha mostrado más de una vez el dedo corazón levantado. Genio y figura del rebelde de la corona.

Foto: EFE
Foto: EFE

Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo).- En la familia real española hay una clara tendencia a hacer callar al prójimo. La propiedad de la palabra quizás viene de tiempos coloniales, cuando llegaban a un sitio y plantaban bandera o religión, pero lo cierto es que hay poca distancia entre aquel “¿Por qué no te callas?” del rey Juan Carlos (dedicado al ex presidente de Venezuela Hugo Chávez) hasta el reciente “Tú cállate, puto chino”, de su nietísimo, Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón.

Lo curioso es que esos gestos que refieren a una cultura donde la nobleza representaba el paradigma de un sistema social perimido, resultan cuando menos anacrónicos sino ridículos. Se suma la existencia de las redes sociales, la nueva lupa moral que multiplica las acciones condenadas por los plebeyos, seres que nunca se sintieron súbditos de majestad alguna.

Sin ir más lejos, un elefante hizo abdicar antes de tiempo al rey Juan Carlos y todo a causa del cadáver de un paquidermo al lado del cual posó luego de un costoso safari en Bostwana.

Vinieron luego la lesión en la cadera, el esplendor efímero de alguna que otra amante del monarca y que a cambio de un puñado de dólares aceptaba hablar en algún programejo televisivo y, finalmente, la salida al ruedo de su hijo Felipe, quien en medio de la tormenta calmó las aguas con una imagen impoluta que lo convirtió en un rey más acorde con los nuevos tiempos.

Unos pocos días antes de que se conociera el safari del rey por Bostwana, su nieto preferido, Froilán, había sido internado a causa de un accidente casero con un rifle. El niño, hijo de la infanta Elena y el conde de Marichalar, tenía entonces 13 años, una edad que le impide legalmente maniobrar armas de caza mayor, pero que evidentemente tenía a la mano.

Las armas de fuego, precisamente, son el símbolo de la tragedia en la familia real española.

El 29 de marzo de 1956, murió Alfonso de Borbón, el hermano de Juan Carlos, en un episodio familiar que la realeza intentó por todos los medios de disfrazar ante la opinión pública. Tenía apenas 14 años.

Primero se dijo que el muchacho se había disparado accidentalmente mientras limpiaba su revólver, aunque más tarde se supo la verdad: fue Juan Carlos, de 18 años por entonces,  quien mientras jugaba con un arma de fuego le disparó a su hermano entre ceja y ceja, causándole la muerte instantánea.

Así relata el hecho el historiador Paul Preston en su libro El rey de un pueblo:

“El 29 de marzo, Jueves Santo, después de una misa vespertina en la iglesia de San Antonio de Estoril, la familia había regresado a casa. A las ocho y media de la noche, el coche del médico de la familia, el doctor Joaquín Abreu Loureiro, paró en seco a las puertas de Villa Giralda. Según parece, ambos muchachos habían estado en el cuarto de juegos, en el primer piso de la casa, entretenidos en tirar al blanco con un pequeño revólver, del calibre 22, mientras esperaban la hora de la cena. El comunicado oficial distribuido por la Embajada de España en Lisboa sobre la muerte de Alfonso decía: – Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y lo mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la Santa Comunión. La decisión de silenciar los detalles fue adoptada personalmente por (el dictador) Francisco Franco”.

EL NIÑO FROILÁN, UN ESTUCHE DE MONERÍAS

Foto: EFE
Foto: EFE

Desde aquel episodio con un arma, Froilán, nacido en 1998, ha ido creciendo entre colegios caros y breves apariciones públicas donde sabe mostrar un carácter de niño malcriado, muy acomodado entre sus privilegios, pese a que está obligado a observar impasible cómo su familia se desmorona.

Mientras sus tíos Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, hermana del joven rey, son acusados de robar al erario público, ella pierde su título de duquesa por orden expresa del Felipe VI de España, él su lugar en el museo de cera que alberga las figuras de la realeza, Froilancito se despacha con gestos de desprecio a la plebe, todos anacrónicos, siempre condenables.

Su padre, Jaime de Marichalar, tiene también sangre real, lo que no ha evitado que lo invadieran los rumores que lo describen como un contumaz adicto a la cocaína, resultado de lo cual sufriera un ictus que le dejó paralizado medio cuerpo y tras el que se separó de su esposa, la infanta Elena.

En su caso, la Casa Real de España respondió con el típico gesto denigratorio: sacar la figura de cera de Jaime del museo respectivo y dejar al padre de Froilán en el ostracismo, sin tomarlo en cuenta para nada en las ceremonias oficiales.

A punto de cumplir los 17 años, Felipe Juan Froilán de Marichalar, sobrino del rey Felipe de España, es un príncipe destronado debido a las leyes machistas que todavía imperan en la realeza. Su madre, por mujer, no podría haber procreado a un rey y así lo explica, con un tono jocoso que hace las delicias de sus lectores, la periodista de Vanitatis, Gema López, en su columna “Malas lenguas”:

“La imagen de Froilán dará la vuelta al mundo por lo anecdótico de un chaval que parecía estar fuera de lugar. Porque es otro Felipe; es una suerte de eslabón perdido, de náufrago en la marea, el hijo de un duque olvidado, el primogénito de una infanta relegada, un heredero no reconocido… En definitiva, el sobrino de un rey, que es algo así como el refrán aquel de quien tiene un tío en Graná, que ni tiene tío, ni tiene ná”, afirma la cronista.

Quizás por no tener derecho a nada, a pesar de que es el quinto en la línea de la sucesión de la corona y eso nadie se lo quita, es que Froilán lo quiere todo. Y para quererlo todo, no está dispuesto a dar nada.

Ni siquiera a ser buen estudiante, algo que enciende las iras de su otrora festivo padre, quien ha decidido ser el estricto en el disuelto matrimonio con la infanta Elena, ella más permisiva, según la prensa rosa española.

En el ciclo lectivo de 2014, el joven suspendió todas las materias, con excepción de Educación Física e Inglés. Las notas empeoran con el correr de los años y la aplicación escolar no suele ser la principal motivación del muchacho, que por otro lado se dedicaba con mucho entusiasmo a trabajar –a pesar de que no tiene edad para ello- como miembro de las Relaciones Públicas de la discoteca para la clase alta Joy Eslava, a la que asiste en horario juvenil (donde no se sirve alcohol) con gran asiduidad.

El chico es también déspota e intratable. Odia y ama a los fotógrafos con los que se suele topar y a muchos de ellos ha maltratado con gestos soeces o imprecaciones como las lanzadas en agosto de 2013, cuando pasaba sus privilegiadas vacaciones en Mallorca.

A la salida del espectáculo Disney on Ice en Madrid,  levantó el dedo corazón a los paparazzi, algunos de los cuales lo ha retratado mientras se peleaba a puñetazo limpio con un compañero de colegio por un teléfono o mientras miraba a través de la ventana de su casa, con un celular al oído.

El último “numerito” de Froilán se dio hace unos días cuando durante una visita a un parque de atracciones en Madrid quiso colarse. Un niño lo vio y trató de impedir la avivada del “principito”, frente a lo cual se ganó un incendiario “¡Tú cállate, puto chino!” que dio la vuelta en las redes sociales y mostró el racismo miserable del heredero real.

En China no se esperaron las voces de protesta, aunque la versión de la Casa Real española fue poner paños fríos sobre las heridas.

“El problema es que Felipe Juan no es Familia Real. Nosotros no damos ninguna valoración. Se produjo en un lugar público y por lo que he leído no es verdad. Si fuese o no cierto, nosotros tampoco lo valoraríamos ni lo desmentiríamos”, explicó un funcionario de la Casa Real a El Huffington Post.

Froilán, que pasará a la historia por haberle dado una patada a una dama de honor en la boda de sus tíos Felipe y Letizia, es amigo del polémico Francisco Nicolás Gómez (“El Pequeño Nicolás”), que se introdujo en todos los estamentos del poder español.

Para horror de su familia monárquica, en un momento corrió el rumor de que militaba en la organización política Podemos, que lidera Pablo Iglesias, aunque su padre lo negó públicamente.

El futuro sobre esta figura peculiar de la realeza española es incierto. ¿Lograrán sus parientes controlarlo y hacerlo a su estilo y necesidades? ¿O seguirá funcionando como un rebelde consciente de sus privilegios despreciando a todo común mortal que ose desafiarlo?

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas